Amaia y Raúl son ama y aita de la ikastola. Aunque son de Gasteiz, su lengua materna es el castellano. Sin embargo, optaron por euskaldunizar a sus hijos (Samuel y Yago) y les matricularon en la ikastola Armentia. Ambos son actualmente alumnos de la ikastola; el mayor está en el último curso de Bachillerato y el segundo está en DBH 2.
¿Por qué decidisteis traerlos a la ikastola?
Raúl: Teníamos claro que nuestra primera opción era estudiar en euskera.
Amaia: Nuestra prioridad era la cuestión del bilingüismo y estudiamos bien el tema; fuimos a una charla sobre ello y yo le decía a Raúl que si queríamos que fueran bilingües, al menos tenían que ir a la ikastola. Al fin y al cabo, en Gasteiz tienes el castellano garantizado, así que vimos que lo mínimo era ir a una ikastola. Elegimos Armentia porque conocíamos gente que había entrado.
¿Cómo fueron los años iniciales?
A.: Cuando no eres de una zona euskaldun, la gente te dice: "¿Lo vas a llevar a una ikastola? Yo no los llevo porque no puedo ayudarles con los deberes". En ese sentido, yo entiendo que la parte académica la hace la ikastola, y que nosotros sólo somos padres y madres, así que no tuve esa preocupación. En nuestro caso, con el trabajo de la ikastola ha estado cubierto, y no hemos tenido que ayudarles. Es cierto que nuestros niños desde el principio han visto la ikastola como su segunda casa, entonces todo lo que les viene de la ikastola está bien, y están a gusto. Lo único que hemos hecho ha sido animarles.
Ambos son euskaltzales (participan en Bertsolaritza y Euskara Batzordea, entre otras). ¿De dónde han sacado la curiosidad por participar en este tipo de actividades? ¿Les viene de casa?
A: Como todos las familias, nos hemos comido mucho Pirritx eta Porrotx, ja, ja. En nuestro caso, entendemos el euskera porque fuimos a euskaltegi, pero perdimos totalmente la costumbre de usarlo, incluso en casa. Sin embargo, siempre les hemos dicho la suerte que tienen por usar ambas lenguas, y ellos lo tienen claro. También les hemos animado a hacer cosas y hemos estado con ellos. En bertsolaritza, por ejemplo, nosotros no entendemos los bertsos, pero ahí estamos, en primera fila, y con mucho orgullo además, porque lo dominan mucho sin ser su lengua materna. Sin embargo, es una labor de la ikastola en particular; están muy contentos.
Y eso también influye en la actitud hacia el euskera, ¿no?
A.: Desde pequeños han tomado una actitud muy positiva hacia el euskera. Lo tienen muy claro y ahora, siempre que pueden, intentan hablar en euskera. Por ejemplo, cuando se encuentran con un monitor o monitora euskaldun en grupos fuera de la ikastola, vienen muy contentos a casa. "Qué guay, ama", me dice.
¿La gente de su edad también sigue el mismo ejemplo?
R.: A Samuel le entristece que mucha gente de su curso no hable euskera en la ikastola.
A.: En las reuniones de padres y madres de los últimos años se ha puesto de relieve que en los últimos tiempos se está escuchando más el castellano dentro de la ikastola. A Samuel, especialmente, esto le preocupa, porque él vivió la época en la que en la ikastola sólo se escuchaba euskera, y ahora no está pasando eso. Sus amigos y amigas no quieren utilizar el euskera, y eso le molesta, porque para él relacionarse aquí en euskera es lo más básico. Al fin y al cabo, el euskera es importante para ellos y tienen claro que si no lo utilizan se perderá, porque así lo han aprendido en la ikastola. También lo es para nosotros/as dos.
La ikastola, por tanto, les ha sumergido en ese camino.
A.: De alguna manera, Armentia les ha iniciado; aquí han cogido las bases, les ha gustado y han salido adelante. Están muy a gusto. También ayuda el encontrarse con sus profesores en ambientes como conciertos, bertso saioak...
R.: Sobre todo Samuel está muy metido en el ambiente, y Yago le sigue los pasos.
A.: Quizá por inercia. Por ejemplo, Samuel ha estado este año en Euskarabentura. Se apuntó en el último momento y para él ha sido una experiencia increíble. Imagínate, un mes entero en euskera, con jóvenes de toda Euskal Herria, en diferentes euskalkis... Está encantado. Y el pequeño también lo hará.
¿Cómo vivís esa actitud ?
A.: Yo es cierto que en la ikastola no participo más porque no tengo el euskera muy afianzado, y no me siento cómoda. Entonces, para nosotros lo imprescindible y lo que al menos podemos hacer es acompañarles, estar con ellos. Que puedan compartir sus vivencias. Para mí es una suerte que dominen esas dos lenguas [euskera/castellano]; si quieren aprender otras más adelante, genial, pero ya tienen esas dos naturalizadas.
R.: Es cierto que no eligen la actividad en función del idioma. Si les resulta interesante, da igual que sea en euskera o castellano, se apuntarán porque les gusta probar todo, y nosotros les animamos a ello.
A.: Eso es. Están muy a gusto con lo que les ofrecen en la ikastola, y para nosotros eso es lo más importante. Yo creo que si estás a gusto con el centro, todo lo que viene es muy positivo.
¿Y qué recibís a cambio?
A.: Muchas veces, a la hora de rellenar algún papel, me dicen: "Ama, rellénalo en euskera, que para eso ya te da". Y tienen razón, para poner un par de cruces lo puedo hacer en el lado del euskera, qué menos.
R.: Dice que no, pero tiene bastante más nivel del que cree que tiene, ja, ja,
Complejo de gasteiztarra, quizás… ¿Qué les diríais a las familias “erdaldunak”?
R.: Que no están obligadas, por supuesto, pero que al menos normalicen que, al igual que con otras actividades o deportes, las relacionadas con el euskera también las pueden vivir con sus hijos e hijas.
A.: Eso es; en la medida de lo posible, que les acompañen en el proceso de aprendizaje, que estén con ellos y ellas. Por otra parte, para mí es una suerte aprender euskera; al fin y al cabo, lo viven desde txikis, y desde entonces lo interiorizan. No tienes que hacer nada especial. Por último, que vivimos en Gasteiz, en Euskal Herria; es nuestra lengua y podemos vivir en euskera.