
Aprender a no quitar la comida a las demás, no mover el plato de los demás, no provocar al resto mientras comemos, etc. son actitudes que cultivan el respeto. También consiguen autonomía con el hecho de comenzar a comer solos/as.
Por otra parte, el hecho de tener todo tipo de comida, y aunque no siempre coman todo, hace que prueben cosas nuevas y disfruten de la comida en grupo, y es que compartiendo con otras personas estos momentos es más fácil enfrentarse a lo desconocido. "Es un momento bonito y para nosotras es una oportunidad muy buena para estrechar nuestra relación con los niños y niñas", según las educadoras.
Y cómo no, también se trabaja mucho la paciencia, ya que "hasta que no terminen todos el plato, no repartimos a nadie el siguiente plato y si no les gusta lo que hay para comer, les dejamos un rato el plato y les animamos a comer, nunca obligarles".
En el comedor, aparte de alimentarse, el niño o la niña aprende los hábitos de comer, "pero estos hábitos tienen que venir aprendidos de casa y aquí le damos continuidad a este proceso de aprendizaje", nos explican los educadores. El momento del comedor, sin duda, da para mucho.